7.a. Hija de su madre
Teresa Puppo, 2014
Antonia, hija de Sabina; Blanca, hija de Antonia; Teresa,
hija de Blanca; Sofía, hija de Teresa.
Voy rescatando las imágenes de las mujeres a través del
linaje materno. Mujeres hijas de mujeres, mujeres hijas de sus madres. La mujer
es la gran transmisora de cultura, y dentro de la cultura occidental en la
mayoría de los casos su linaje desaparece de forma tan categórica que es
imposible rastrear su ascendencia matrilineal.
Mi bisabuela, la madre de la madre de mi madre, se llamaba
Sabina. Utilizo el nombre, su nombre de pila, Sabina… sin tener en cuenta el
apellido que se refiere al linaje paterno. Mi abuela; Antonia. Mi madre;
Blanca. Mi hija; Sofía. No tengo una nieta. Tomo como disparador el
nombre de Sabina, mi bisabuela materna de la que no ha quedado ningún registro
fotográfico ni una descripción de su persona. De la madre de Sabina tampoco quedan
rastros, en este caso ni siquiera el nombre, pero, Sabina es hija de una madre,
y al nombrar a Sabina, tengo presente a su madre, y a la madre de su madre, y a
todas las madres NN que están unidas por el ADN mitocondrial.
“El ADN de las mitocondrias de cualquiera de nuestras
células puede identificarse con un único antecesor en cada generación: nuestra
madre, nuestra abuela materna, solo una de nuestras cuatro bisabuelas (la madre
de nuestra abuela) y así sucesivamente.”
“Todavía en este siglo, el papel de la mujer como semióloga
de lo cotidiano es representado como decisivo en la constitución del hogar.”
“La mujer, puesta en situaciones aparentemente fijas (hijas, esposas, madres
que se definen exclusivamente en el rol de tales), se adaptan al sistema
familiar patriarcal y desarrollan estrategias que les abren otras puertas:
agradar, observar, manipular, disimular. Más allá del valor ético de estas
actitudes, todas ellas tienen valor semiótico: captar signos mínimos,
reacomodarlo para que adquieran otros significados, hacerlos desaparecer o
transformarlos; si aceptamos la definición de muchos antropólogos ‘la
civilización es la aptitud que demuestra una comunidad para ajustarse a su
entorno y desarrollar artes, técnicas y relaciones sociales adecuadas’ es
evidente que las mujeres han desarrollado una civilización propia.” Hilia
Moreira.
7. b. Linaje materno Virginia Costa D’Agostino/ bióloga, egresada de la
Facultad de Ciencias de la UdelaR. Ha recorrido desde la fisiología celular
hasta la bioquímica de los alimentos.
Portamos un genoma revelador que nos indica que
la humanidad actual es en buena parte descendiente de un tronco común:”
Eva Mitocondrial”. A partir de un fragmento óseo de una mujer de posible raza
negra, las muestras de ADN confirman que los seres humanos del Homo
Sapiens, provenimos de este personaje de un grupo llegado desde África
(1).
Nos gustaría mostrar algunos trabajos, opiniones y blogs de
los recorridos por la historia de nuestros antepasados hasta la aparición del
Homo sapiens, resultado de una serie de cambios evolutivos trascendentales. Una
línea de investigación reciente acerca de la evolución humana y el ADNmt
(ADN mitocondrial), evidenciaría que todos provenimos de África. La
transmisión femenina de mujer a mujer, justificada por lo que los genetistas
llaman “nucleótido mitocondrial”, es un elemento que sólo la mujer posee, ha
estado hace miles de años en un ser humano femenino; se transmite
sin desaparecer y es el mismo para todas las sociedades actuales. El material
hereditario ADN se encuentra fuertemente blindado en el núcleo de la célula
pero además se ubica en organelos subcelulares llamados mitocondrias.
Cuando el óvulo de una mujer y el espermatozoide de un hombre se fusionan las
únicas mitocondrias que forman parte de las células del embrión recién formado
proceden del óvulo (3).Este ADNmt se caracteriza por estar formado por solo
16.569 pares de bases, y por ser abundante en las células, ya que podemos
encontrar aproximadamente 10 genomas en cada mitocondrial y en una célula
normal en general existen más de 100 mitocondrias. Todas las copias de ADNmt de
un individuo tienen secuencias idénticas en condiciones normales y a diferencia
del genoma nuclear que se hereda en forma biparental, la herencia del ADNmt es
exclusivamente por vía materna. Debido a la forma de herencia del ADNmt, éste
no sufre recombinación, y como consecuencia, en condiciones no patológicas, es
idéntico en todos los individuos de un mismo linaje materno(5).Otros elementos
del cromosoma llamado “Y”, perteneciente al hombre, no aparecen de manera tan
secuencial en un tiempo más largo capaz de superar el de la llamada Eva
Mitocondrial, alcanzando sólo en el caso del varón, hasta el momento, unos
cincuenta y tres mil años. Los estudios revelan que la mitocondria parte
de la célula femenina, tiene una enorme capacidad de permanencia y de respuesta
al medio, pudiendo a la vez que prolongarse, dar paso a variantes en el género
humano sin desaparecer. El trabajo de investigación de Cann, Stoneking y Wilson
se basa en las diferencias de ADN observadas en más de cien mujeres
pertenecientes a diversos grupos de población, sobre todo asiáticos, aborígenes
australianos, caucásicos y africanos(4). Su informe arroja datos acerca
de dónde se levantó la reserva genética humana y desde dónde migró (2).El
siguiente paso es estudiar los genes de ese ADNmt para explorar la complejidad
cerebral y la evolución humana.
Cada hallazgo obliga a dibujar nuevas ramas en el árbol
genealógico de la especie humana. El lector puede guiarse por los itinerarios y
referencias al final de la página, para acercarse a un tema que es polémico con
teoría construida o también puede reconstruir su propia historia
participando del bucle que dibuja Teresa Puppo con el “Proyecto Entrañable”.
Teresa trenza con detalles luminosos el trayecto de los descendientes de la
“Eva Mitocondrial”, a través de sus propios ancestros femeninos.
Si la “Eva Mitocondrial” no hubiese aparecido casi
milagrosamente, no tendríamos hoy la certeza de que es el más viejo de los
elementos que muestran la secuencia del proceso “mitocondrial”. De modo que un
salto al pasado en esta antigua muestra femenina revela que la mujer sigue
transmitiéndolo, y que esta transmisión puede ubicarse posiblemente desde hace
doscientos a ciento cincuenta mil años, sin detenimiento.
Al parecer, la mujer es la verdadera depositaria y
guardiana genética de la especie, lo cual la designa como la madre para todos
los seres humanos actuales.
7. c. El ADN mitocondrial y el linaje materno. Extractado de “Homenaje a la Madre Mitocondrial”
Marcio Veloz Maggiolo
(...)Los antropólogos y genetistas hoy saben que portamos
todos un genoma revelador de que la humanidad actual es en buena parte
descendiente de un tronco común. Dentro de un fragmento óseo de una mujer de
posible raza negra, las muestras de ADN confirman que los seres que conforman
el talante humano del Homo Sapiens, proviene de un personaje que no era el
único de un grupo que llegado de África, posee nuestra genética. En un
maravilloso reportaje de la BBC de Londres, se cuenta con detalles luminosos el
trayecto de los descendientes de esta mujer desde África, sorteando climas,
venciendo contradicciones, abriendo trechos al través de miles de años contados
por métodos científicos, y seguidos por los cambios medioambientales. La
secuencia se justifica en la transmisión femenina de mujer a mujer, justificada
por lo que los genetistas llaman “nucleótido mitcondrial”, elemento que solo la
mujer posee y que se transmite sin desaparecer. Este elemento ha estado
ya hace miles de años en un ser humano, femenino, transmisor del mismo para
todas las sociedades actuales. La evidencia de que en el caso humano la mujer
es la verdadera guardiana genética de la especie que compartimos la transforma
en una madre para todos los seres humanos actuales.
El resto humano de esta mujer, la llamada “Eva
Mitocondrial”, produjo sorpresas cuando Allam Wilson, Rebeca Cann y Mark
Stoneking, al estudiar el mismo confirmaron que sus elementos genéticos
aparecen en todas la poblaciones humanas de hoy. Otros elementos del cromosoma
llamado “Y”, perteneciente al hombre, no aparecen de manera tan secuencial en
un tiempo más largo capaz de superar el de la llamada Eva Mitocondrial,
alcanzando sólo en el caso del varón, hasta el momento, unos cincuenta y tres
mil años. Los estudios revelan que el mitocondrio, parte de la célula femenina,
tiene una enorme capacidad de permanencia y de respuesta al medio, pudiendo a
la vez que prolongarse, dar paso a variantes en el género humano sin
desaparecer.
Al estudiar el cromosoma “Y”, Luca Cavalli Sforza trató de
encontrar por la vía de la descendencia masculina un signo que pudiera
identificar universalmente el origen de los humanos de hoy. El cromosoma “Y,”
masculino, no alcanza la distancia de los miles de años que puede ubicarse en
el femenino ADN mitocondrial que sólo transmiten las mujeres y que el sexo
humano masculino no puede transmitir. El enclave racial identificatorio se
transmite de mujer. Por tales razones si este resto femenino no hubiese
aparecido casi milagrosamente, no tendríamos hoy la certeza de que es el más
viejo de los elementos que muestran la secuencia del proceso “mitocondrial”. De
modo que un salto al pasado en esta antigua muestra femenina revela que la
mujer sigue transmitiéndolo, y que esta transmisión puede ubicarse posiblemente
desde hace doscientos a ciento cincuenta mil años, sin detenimiento. Si la más
temprana muestra continúa hasta hoy en todas las poblaciones humanas, y no está
presente en poblaciones humanas fósiles de humanoides o razas humanas
desaparecidas como serían los habitantes de hace casi tres millones de años, y
aun en más recientes representantes de humanos desaparecidos como por ejemplo
el Hombre de Neandertal, la conclusión de los genetistas, sin discusión, es que
uno solo de los tipos humanos ligados al género humano actual lo poseía, y que
su presencia en toda la gente que vive y que nos perpetuamos en variantes de
todo tipo, son el resultado de lo que los genetistas están llamando ADNmt, o
sea “adene-mitocondrial”, presente y localizado por vez primera en restos de
aquella mujer africana ubicable por métodos químico-físicos en una frecuencia
que se perpetua hasta hoy en todas la variedades humanas (entiéndase que
chinos, africanos, indios, etc., o sea, poblaciones consideradas
fenotípicamente muy diversas). Todos los habitantes del globo poseemos este
tipo de ADN. El “Homo Sapiens”, hoy único poblador del planeta, y portador de
este gene, superó a los grupos humanos que de algún modo convivieron parte de
su estada en el globo. Lo que revelan los datos encontrados en la llamada Eva
Mitocondrial, es que por lo menos de modo cierto, el 85 por ciento de los
humanos estamos emparentados. La Eva Mitocondrial sería el primer eslabón
conocido de nuestra evolución como “Homo Sapiens”. Ella, y las mujeres que
transmitieron con su grupo el genoma, serían las primeras evidencias de nuestra
ascendencia como humanidad presente. En un complicado proceso de selección
natural pervivieron, como también perecieron, otras “razas”. Esta nota no desea
ser sino una información simple de lo que se piensa hoy casi de manera total,
en lo referente a nuestra población mundial.
7. d. Extracto de “Evolución humana y ADN mitocondrial.” Hernán Amat Olazábal
En el presente ensayo nos proponemos mostrar un recorrido
por la historia de nuestros antepasados desde que nos separamos del linaje de
los chimpancés, hace 5 a 6 millones de años hasta la aparición del Homo sapiens
sapiens, resultado de una serie de cambios evolutivos trascendentales. Tratamos
de presentar los estudios más recientes acerca de la evolución humana y el ADN
mt, que evidencia que todos procedemos desde África, y en un época pródiga en descubrimientos
paleontológicos y arqueológicos y de debate permanente en torno a la evolución
humana, cada hallazgo obliga a dibujar nuevas ramas en el árbol genealógico de
la especie humana. El lector puede guiarse por los itinerarios prefijados para
entender un tema polémico, conocer una teoría general o reconstruir una
historia, participando de alguna forma en la crítica de las teorías formuladas
recientemente.
Los temas en cuestión tratan sobre la evolución humana y el
ADN mitocondrial, tal como hoy se conoce de acuerdo con las recientes
investigaciones realizadas en el ámbito de la biología molecular y de la
genética humana a través de múltiples investigaciones realizadas en los tres
últimos lustros, y fundamentalmente, gracias a los sorprendentes resultados del
Proyecto Genoma Humano (PGH). Proyecto de inmensa trascendencia cuyas
proyecciones y revelaciones echan a tierra a muchos mitos acerca de los
orígenes y la evolución de nuestra especie, cuyos resultados sostienen la
procedencia única de nuestra especie, frente a las teorías del origen
multirregional preconizado por Milford Wolpoff (1989, 1999) y otros
científicos. Conocemos ahora con certeza, que los humanos de hoy tienen un
origen único, que su primer antecesor femenino procedía de África, llamada Eva
africana o Eva mitocondrial, que debió tener la piel negra y que emigró de su
‘paraíso original’ africano hace 70.000 a 80.000 mil años y se dispersó
vertiginosamente por todo el mundo. A ello cabe señalar los sorprendentes
estudios de Alan Templeton (2002), que se presentan al final del presente
ensayo. Cuando hablamos de evolución biológica y evolución humana nos referimos
a la relación genealógica que existe entre los organismos, entendiendo como
tal, que todos los seres vivos descienden de antepasados comunes que se
distinguen más y más de sus descendientes cuanto más tiempo haya transcurrido
entre unos y otros. Así, nuestros ancestros de 5 a 7 millones de años eran unos
primates con una morfología no muy diferente a la de un chimpancé o un gorila,
mientras que nuestros antepasados de hace 100 millones de años eran unos
diminutos mamíferos remotamente semejantes a una ardilla, los de hace 400
millones de años, unos peces y los de hace 4 mil millones de años unas
arqueobacterias. De este modo, el proceso de cambio evolutivo a través de un
linaje de descendencia se llama «anagénesis», y además de la anagénesis, el
surgimiento de nuevas especies se denomina «especiación», que es el proceso por
el que una especie da lugar a dos. Los procesos de anagénesis y especiación
conducen a la diversificación creciente de las especies a través del tiempo.
Hasta la década de los 70 casi todos los textos, por no decir todos, que se
ocupaban sobre la evolución humana, trataban de explicar este proceso basados
esencialmente en testimonios materiales, es decir, sustentados en las
evidencias de los registros de vestigios de huesos fósiles e instrumentos
líticos hallados en yacimientos excavados por arqueólogos, antropólogos y
paleontólogos. La reconstrucción del genoma humano confirmó fehacientemente que
negros, asiáticos, blancos, australianos y amerindios poseemos, en nuestra
composición genética, un parentesco común, no obstante a las ostensibles
diferencias morfológicas, psicológicas y culturales. Muchos incrédulos dicen
que no es posible que los más de 6,000 millones de habitantes que hoy pueblan y
dominan el planeta tengamos un origen común, que procedamos todos de una mujer
(o un pequeño grupo de mujeres) que vivieron y se desarrollaron en África desde
hace aproximadamente 150,000 años antes del presente. Las investigaciones de
Alan Wilson y VincentSarich, dos bioquímicos de la Universidad de California,
revolucionaron los conocimientos científicos acerca de la evolución humana,
quienes llegaron a una conclusión muy distinta sobre el fenómeno y el proceso
en el que había evolucionado la primera especie humana conocida como Homo
sapiens sapiens. En lugar de trabajar con restos fósiles, innovaron el método
de investigación comparando la estructura de algunas proteínas presentes en la
sangre humana con la de los simios (chimpancé, gorila) africanos. Optaron pues,
la línea de evidencia de la genética molecular, que es la menos equívoca, es
decir, escrutaron el material genético o ADN que se encuentra en unos diminutos
orgánulos que se hallan en la célula llamados mitocondrias. Cuando el óvulo de
una mujer y el espermatozoide de un hombre se fusionan las únicas mitocondrias
que forman parte de las células del embión recién formado proceden del óvulo.
Por lo tanto, el ADN mitocondrial se hereda únicamente a
través de la línea materna (A. Wilson y R. L. Cann, 1992; R. Leakey, 2000).
De otro lado, Theodosius Dobzhansky, en su libro fundamental
Evolución humana, tan importante como el Origen de las especies de Darwin,
explica que la naturaleza humana tiene dos dimensiones: una biológica, cuyo
principal agente es la adaptación a los desafíos del medio ambiente y comparte
con el resto de los seres vivientes, y otra cultural, que es exclusiva de la
especie humana. La evolución biológica y la evolución cultural son procesos que
se hallan interrelacionados. Y sostiene: «Que el hombre tiene tanto naturaleza
como historia: la evolución humana consta de dos componentes, el biológico u
orgánico, y el cultural o supraorgánico. Estos componentes ni se excluyen
mutuamente ni tampoco son independientes, sino que están interrelacionados, son
interdependientes. La evolución humana no se puede entender como un proceso
puramente biológico, ni se puede describir de modo adecuado como una historia
de la cultura, sino que resulta de la interacción de biología y cultura. Los
procesos biológicos y culturales se condicionan mutuamente...
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFNOzewhRcAlfvQdw8DrA2pEfPIOdxLnb0MQzjOentBuci6H9gIS9WWaMOWPV4yiId4d4xxLJ4GlxpgRKvQzcCcRAqaq5xlC0nIN4wXRwZSDfwqyDaBcfSsW78etScYbSBgri3ysrDXSLs/s1600/mitocondria_1.jpg
7. e. Extracto de “Mitochondrial DNA and human
evolution”
Rebecca Cann, Mark Stoneking & Allan C. Wilson,
Department of Biochemistry, University of California, Berkeley, California
94720, USA; * Present address: Department of Genetics, University of Hawaii,
Honolulu, Hawaii 96822.
Traducción:
En 1987 Rebecca Louise Cann, Mark Stoneking, y Allan Charles
Wilson publicaron "El ADN mitocondrial y la Evolución Humana" en la
revista Nature. Los autores compararon el ADN mitocondrial de diferentes
poblaciones humanas en todo el mundo, y desde esas comparaciones se argumenta
que todas las poblaciones humanas tenían un ancestor común en África hace unos
200.000 años. Las mitocondrias ADN (ADNmt) es un pequeño genoma circular que se
encuentra en las partes de las células llamadas mitocondrias. Las mitocondrias
son orgánulos que se encuentran fuera del núcleo, en la parte acuosa de la
célula, llamado citoplasma, de la mayoría de las células complejas
(eucariotas). Cann, Stoneking y Wilson recogieron ADNmt de 147 personas de
cinco poblaciones geográficas humanos diferentes. Cann, Stoneking y Wilson
utilizaron secuencias de ADN mitocondrial para estudiar las diferencias
genéticas y patrones de migración de la población humana a través de la
herencia femenina. Los mamíferos heredan las mitocondrias y el ADNmt de sus
madres a través del huevo celular (ovocito).
7. f. Nociones de genética poblacional Víctor Cano
(…) En enero de 1987, en la revista Nature, Allan Wilson,
Rebeca Cann y Mark Stoncking publicaron un artículo titulado “ADN mitocondrial
y evolución humana”. Sostenían que las mutaciones al azar ocurren muy
raramente. Introducen cambios en el ADN mitocondrial, que se heredan. Las
conclusiones de estos autores son que la raíz de la humanidad no va más allá
que hace 150 mi años. En este artículo publicaban también un árbol evolutivo de
la especie humana. En la parte derecha del árbol aparecen 16 individuos (en el
artículo original 134), no pueblos. Estos individuos están en diferentes partes
del mundo (africanos, asiáticos, europeos y papúas). La diferencia con el otro
árbol es que en este hay individuos concretos que existen. También, en este
caso, no hay una “proto-población” sino individuos concretos antecesores de los
actuales. En este árbol se comprueba que hubo una separación de dos grandes
grupos de la humanidad: africanos y el resto del mundo, hace más de 100 mil
años. Pero también se comprueba que ha habido mezclas entre los individuos. El
ADN mitocondrial que va trasmitiéndose en cada generación sufre mutaciones al
azar. Y podemos llegar a la conclusión de que hay una raíz común a toda la
humanidad hace 150 mil años. A partir de 1987 ha habido un intenso debate entre
antropólogos y genetistas. Ambos piensan que el Homo sapiens procede de África.
Y también que hubo un homínido llamado Homo erectus —derivado de formas
arcaicas de homínidos (Australopitecus) — que apareció en África hace 2
millones de años y que hace un millón de años se trasladó a Europa y Asia. Lo
que divide estos dos grupos es si, en un tiempo mucho más reciente, hubo una
expansión de los humanos modernos desde África. Esta es la teoría “Out of
África”, que sostiene que estos humanos salieron de África hace 100 mil años y
son el Homo sapiens que remplazó totalmente al Homo erectus. El otro grupo (los
multi-regionalistas) sostiene que el Homo sapiens deriva de las poblaciones
locales del Homo erectus. Lo que hizo el árbol del gen de la mitocondria fue
introducir una medida objetiva del tiempo transcurrido. Demostró que hay un
antecesor común mitocondrial de todos los hombres, que vivió hace 150 mil años.
El ADN mitocondrial se reveló como el primer intérprete molecular del pasado
humano.
Las mitocondrias son organelos en el citoplasma, con
cromosomas que ayudan a la célula a usar oxígeno para producir energía. Cada
célula de músculos, nervios o cerebro —por ejemplo—, tiene mil mitocondrias.
Ahí están los enzimas que producen el metabolismo aeróbico. Producen el calor
que nos mantiene calientes. Producen el ATP, una molécula de gran energía. En
cada mitocondria hay un pedacito de ADN: es un minicromosoma de 16 mil 500
bases. Los cromosomas del núcleo tienen 3 mil millones de bases. La doble
hélice del ADN, en las mitocondrias, forma un círculo, como en las bacterias.
Además, es curioso que también haya genes en el núcleo que proporcionan el
código para otras enzimas de la mitocondria. El gen de la mitocondria sólo
tiene el código de los enzimas que capturan el oxígeno. Esto tiene su
explicación en bacterias que hace cientos de millones de años entraron a las
células y se convirtieron en mitocondrias. Parte de estas bacterias pasaron al
núcleo como fósiles.
Otro hecho asombroso es que heredamos las mitocondrias sólo
de nuestras madres, a diferencia del resto de ADN del núcleo, que proviene de
ambos padres. Los genes de la mitocondria son siempre femeninos: el citoplasma
del óvulo femenino tiene 250 mil mitocondrias. El espermatozoide, en cambio,
tiene sólo unas pocas, que quedan en la cola. Sólo entra en el óvulo la cabeza
del espermatozoide que contiene el núcleo con sus cromosomas y ADN…
7. g. Enlaces:
LA MITOCONDRIA en Tres Actos - ACTO 1 en Español
Cromossomo Mitocondrial
Powering the Cell Mitochondria
Documental Evolución del hombre y el ADN mitocondrial